Mi querida Laura,
nuestro último encuentro fue en nuestra ciudad natal en uno de esos veranos tan calurosos de Madrid. Fue una tarde de piscina estupenda en la que charlamos como si nos hubiéramos visto ayer, y nuestros hijos disfrutaron como si no hubiera pasado el tiempo.
Y eso es lo que siento y en lo que quiero creer, que no existe el tiempo , ni la distancia para sentir cerca a los que queremos. Siento que estás con nosotros, y que de alguna u otra manera que nadie sabe, nos encontraremos de nuevo.
Guardo momentos maravillosos de Viena en las que todas charloteabamos como mamás primerizas de nuestros miedos y aventuras con nuestros bebés.
Yo te veía callada, siempre sabiendo escuchar, con calma, y participando cuando tú creías siempre para aportar.
Con los años, nos unió la misma enfermedad, aquella que al final nos ha separado también. En un principio, tú la superaste primero y me animaste a mí con tu calma, tu tranquilidad aún sabiendo en tu propia carne lo duro que era. Siempre te agradeceré tus palabras de aliento en tan ardua batalla. Esa mirada, que me decía: Nuria, todo va a estar bien.
Tengo muchos muchos buenos recuerdos de tí y de tu familia, del rubiejo de Pablo, de Sven y de alguna de tus hermanas.
Y nada más querida amiga, que nos volveremos a ver.
Te quiere
Nuria
